El maestro del Eunacom
Este texto fue desarrollado originalmente en el contexto de un Taller de Reportajes en el Magister de Prensa Escrita UC durante el 2018. Los personajes y situaciones son reales, pero algunos datos pueden encontrarse desactualizados. En Voz Inquieta publicamos trabajos de ficción, pero por esta vez decidí recuperar este texto, nada más porque es una buena historia.
Guillermo Guevara ha dado más de ocho veces el Examen Único Nacional de Conocimientos en Medicina. Renunció a una beca para estudiar la especialidad de otorrino por hacer clases de este examen. Estudió un MBA y luego terminó la carrera de Derecho en 3 años. Ahora da un curso de preparación de Eunacom dedicado exclusivamente a extranjeros que cuesta cerca de un millón de pesos, pero 70 inmigrantes están dispuestos a pagarlo todos los semestres, con tal de validar su título y poder ejercer la medicina en un país que tiene un histórico déficit de especialistas en el sistema de salud.
Diciembre de 2008. Estudiantes de todo el país se acercan a sus facultades de medicina para rendir el Eunacom, examen teórico que certificará sus conocimientos en medicina. Guillermo Guevara, chileno de 25 años, llegó 30 minutos antes a la Casa Central UC y ahora da el examen con tranquilidad, se siente preparado. Responde las 180 preguntas en algo menos de 200 minutos. Entrega su examen con toda calma. Pero al salir de la sala, apura su paso, ya no parece tan relajado. Saca un cuaderno de su mochila y escribe rápidamente la lista de temas y el orden en que aparecían en el examen.
1. Especialidades-Psiquiatría-Salud Pública:
a. Oftalmologia
b. Dermatologia
i. Dermatología+infectología
ii. Dermatología+otorrinolaringología
c. Psiquiatría
d. Salud pública+neurología
Luego corre a tomar la micro, una vez arriba desenfunda su celular y empieza a grabar cientos de notas de audio, en las que recita las preguntas que aparecieron en el examen casi a la perfección.
“¿Qué es menos probable de encontrar en un paciente con catarata senil? ¿Leucoría, pupilas isocóricas o defecto pupilar aferente?”
“¿Que esperas encontrar en la capimetría de un paciente con una lesion al nivel de la cintilla óptica derecha? ¿Una hemianopsía homonima izquierda con escasa congruencia, o una derecha con escasa congruencia?”
Una vez llega a su casa, toma su computador, abre un nuevo documento de Word y empieza a transcribir las preguntas guardadas en sus audios. Lucha contra los ruidos que el transporte público manchó en su registro. Una semana después, Guillermo tiene el examen reconstruido a la perfección, es la única versión estudiable del examen que existe, ya que no se liberan al público las pruebas de años anteriores. “El examen no es justo, trata temas que superan los conocimientos de un medico general y tiene preguntas mal planteadas. Es tan así que el 20% de las preguntas del examen se elimina para la evaluación porque se considera que no discriminan. Si el examen se transparentara y se publicara un desglose de los resultados, podría resolverse de mejor manera y habría mas fuentes de donde estudiar” rememora desde el living de su casa en Las Condes, a cuadras de su actual oficina. En aquella oportunidad, con su memoria fotográfica, Guillermo transparentó por primera vez la prueba estandarizada que evalúa a todos los médicos de Chile. Ese año alcanzó el puntaje más alto en la historia del examen.
Agosto de 2018. Guevara se para en una tarima y prende su micrófono solapero, ahora da clases del mismo examen que reprodujo hace 10 años. Más de 70 inmigrantes lo escuchan atentamente, anotando todas sus palabras en sus cuadernos, siguiendo con precisión la copia del examen que Guillermo les entrego a cada uno cuando llegaron a la sala. Durante la semana este ritual se repetirá en Antofagasta, Viña del Mar y Concepción. Otros cientos de estudiantes se suman a sus clases mediante Internet, y se desconoce cuantos son los que descargan de forma gratuita las reproducciones al examen que lleva haciendo desde ese verano del 2009, pero sus estimaciones van en los miles. Desde que renunció a su beca de especialidad para convertirse en otorrinolaringólogo, Guillermo estima que él y sus competidores han cubierto casi la mitad del gran déficit de especialistas que existe en Chile a través de la certificación de médicos extranjeros.
Una luz ilumina a Guillermo, quien con un apuntador indica una pregunta de selección múltiple proyectada sobre la pared de la sala de clases: “¿Quién puede decirme cual de estas opciones es la que menos se esperarían de un paciente que llega a su consulta con catarata senil?”
Examen Único Nacional
“Establécese, como requisito de ingreso para los cargos o empleos de médico cirujano en los Servicios de Salud (…) rendir un examen único nacional de conocimientos de medicina y haber obtenido, a lo menos, la puntuación mínima que a su respecto establezca el reglamento”, lee el primer articulo de la ley 20.261, que el año 2008 estableció este requisito legal para ejercer la medicina en Chile. Esta ley se redactó para reemplazar al anterior Examen Médico Nacional, una prueba símil al Eunacom, pero cuyo requerimiento era simplemente una iniciativa del Asofamech, no una exigencia nacional por ley.
La prueba se rinde dos veces al año, en julio y en diciembre. La versión de diciembre es la “regular”, está planificada para los estudiantes de las facultades de medicina, se rinde a lo largo y ancho de todo el país, y su inscripción es en base a libre demanda, no hay límite de cupos. El examen de junio, por otro lado, esta planeado para que lo rindan quienes reprobaron la versión de diciembre y los extranjeros que llegaron al país; se rinde solo en Santiago y, hasta este año, tenía cupos limitados. “En julio pasado decidimos abrirlo, para ver la demanda real del examen, y el resultado fue más fuerte de lo esperado, se duplicó la cantidad de gente” dice Beltran Mena, director del Eunacom, quien no exagera con los números: según las cifras publicadas en la web oficial del examen, el 11 de julio el examen fue rendido por 4.013 personas, de las cuales solo 2.720 pudieron ser acomodadas en Espacio Riesco, la sede habitual para el examen de invierno, mientras que las 1.293 restantes debieron ser reasignadas entre seis sedes universitarias distintas a lo largo de Santiago. La recepción de estos nuevos examinados le ha significado mayores costos a la organización del examen, que han sufrido varios cambios administrativos, incluyendo recortes de personal, para poder sobrellevar esta nueva demanda y no aumentar el precio del examen.
La inscripción del examen teórico cuesta 180 mil pesos, una vez aprobada esa etapa se debe inscribir el examen práctico, que cuesta otros 400 mil pesos y consta de cuatro instancias distintas, cada una referente a una de las cuatro grandes ramas de la medicina (medicina interna, ginecología, pediatría y cirugía), llegando a costar 580 mil pesos el proceso de revalidación del título de médico general. Pero antes de inscribir estos exámenes, los estudiantes inscriben cursos de preparación, que es donde el presupuesto realmente se dispara. Si bien existe mercado, son pocos los oferentes, y sus precios, por lo bajo, doblan el costo de los exámenes. La plataforma Eunamed ofrece el curso mas antiguo en esta materia, es en línea, semestral y presenta varios planes de pago que parten desde los 250 mil pesos mensuales, o la oferta de pagar todo el semestre de una sola vez, con un costo de 950 mil pesos. El Grupo CTO, una red internacional de formadores de médicos, ofrece un pack intensivo de ocho semanas y su costo varía cada semestre, la última versión, que cerró sus inscripciones en agosto, costaba 711 dólares (cerca de 500 mil pesos chilenos). En cuanto a los cursos presenciales, la oferta es mucho menor. El curso Pre-Eunacom del dentro de capacitación Chile Training Center cuesta 900 mil pesos, pero requiere una preinscripción de 750 mil. El curso presencial de Guevara, por otra parte, cuesta 990 mil pesos, mientras que la versión online cuesta 600 mil pesos, y la version semi presencial, que contempla el curso online junto con atender 6 clases, cuesta 650 mil. Pero existe un detalle esencial que separa los demás cursos de el de Guevara: tal como hizo Guillermo hace nueve años por una convicción política respecto al examen, hoy también libera de forma gratuita sus recursos de estudio.
Las guías gratis v/s los otros cursos
María Lourdes Rivas, venezolana, debió rendir el examen dos veces, en ambas oportunidades se preparó con las guías de Guevara. “No tenía los recursos para pagar el curso de Guevara, pero aproveché a fondo las guías que deja gratis en su página web. Están muy completas y divididas por tema, además tiene ideos en YouTube donde explica más a fondo los temas de las guías. Son un excelente recurso”. Mientras ella resolvía las guías por su cuenta, su amiga Jessica Bastouri, gineco obstetra, atendía las clases presenciales, donde las Guillermo daba tips sobre como interpretar las preguntas y responderlas de mejor manera. “Las guías son muy buenas, pero las clases te dan otra perspectiva llena de consejos útiles para poder enfrentar el examen con más confianza” comenta. María Lourdes lamenta no haber podido pagar el curso de Guevara, ya que sus expectativas con el curso eran muy altas: “Yo conocí el curso desde Venezuela, antes de venirme, y tuve la suerte de encontrar la pagina y poder acceder a los recursos desde alla”. Al venirse a Chile, no logró encontrar trabajo durante tres meses, por lo que fue consumiendo los ahorros con los que había llegado “Cuando al fin conseguí trabajo, cuidando una señora mayor, ya no me era posible pagar el curso, me habría quedado con muy poco para vivir”.
Rafael Pimentel, también venezolano, trabaja como médico general en un Cesfam de Quinta Normal y también debió rendir el Eunacom dos veces. La primera vez no preparó el examen con ningún curso y lo reprobó, por lo que al mes siguiente se enfrentó con la decisión de escoger un programa de preparación. “Mi gran problema con el curso de Guevara es que era presencial y yo no tenía tiempo para poder tomarlo, en ese minuto el aún no lanzaba su curso online, me habría gustado poder tomarlo. En vez de eso tome el curso de Eunamed, la versión más económica, que era más barato que el de Guevara”. Mientras realizaba el curso, Rafel debía mantener su trabajo como vendedor en una óptica en un mall del sector oriente, ya que todos los ahorros con los que emigró de Venezuela los gastó en pagar el curso y rendir el examen por segunda vez. “Agradecí el pequeño ahorro que me hice tomando el curso de Eunamed, es un buen curso, pero la verdad es que el de Guevara tenía mejores referencias. En Venezuela ya todos saben que, si eres médico y te vienes, tienes que dar el examen estudiando con Guevara, es un poco más caro, pero es la opción más confiable, hasta me lo dijo un profe del Eunamed”. Eunamed publicita que, optando por un curso de ocho meses con asistencia perfecta, percibe una tasa de aprobación del 85%, mientras que Guevara indica que su curso tiene una tasa de aprobación alrededor del 72%. “El semestre que peor nos fue tuvimos una aprobación del 67%, y el mejor fue del 84%, esto varía con los semestres porque a veces la prueba esta muy difícil. Los porcentajes los calculamos con la gente que nos confirma que aprobó, consideramos reprobados a aquellos que nos lo dicen y quienes no nos contestan el mail” aclaró Guillermo. Rafael, por otro lado, asegura que Eunamed solo obtiene buenos resultado porque ha ido adoptando las metodologías que Guevara recomienda en su curso.
Médico, abogado, empresario
“Duré dos semanas, y después me fui” comenta Guillermo desde su terraza, recordando el año 2010, en que abandonó su becada especialización de otorrinolaringología. “En medicina siempre te están preguntando por tu especialidad, te lo preguntan tus amigos, tu familia, hasta tus pacientes, pero nadie te pregunta qué quieres hacer. Y a mí, a pesar de que me encanta la medicina, me gusta más la docencia y el emprendimiento, soy un tipo inquieto”. Tras abandonar su hoja de ruta en la disciplina médica, Guevara asegura que sus colegas lo creyeron un loco, pero él tenía un plan secreto.
Los alumnos de la Universidad Finis Terrae habían tenido un mal rendimiento el año pasado en el Eunacom, dejando a la institución en el peor lugar del ranking de aprobación del examen. Guillermo, buscando un trabajo acorde a sus intereses y que no lo alejaran tanto de la medicina, se acercó a la Universidad: “Les dije: miren, yo fui el puntaje mas alto el año pasado, déjenme enseñarles a sus alumnos como estudio yo. Acabo de reproducir el examen, esto es algo que nadie más tiene, y así ellos estudian con mis apuntes y vemos como les va en la próxima prueba”. La universidad aceptó con cierto resguardo, sabían que estaban apostando por algo altamente irregular, pero no tenían mucho que perder. Además de esto, Guillermo hacia turnos nocturnos en la Unidad Coronaria Móvil, ya que estaba juntando dinero para hacer un MBA en la Universidad de Chile.
En diciembre próximo, la Universidad Finis Terrae quedó en segundo lugar en el ranking de aprobación del Eunacom, solo superada por la UC. El teléfono de Guillermo no dejo de sonar durante las dos siguientes semanas. Todos querían conocer al novato profesor que era capaz de llevar a una universidad desde el fondo del pozo hasta la cima del monte. Finalmente fue contratado por la San Sebastián y la Universidad Mayor, además de recibir un jugoso aumento en la Finis Terra. Su nombre se esparció por el mundo universitario; y con él, sus apuntes.
“De ahí en adelante todo fue viento en popa”, confiesa Guillermo. Tras terminar el MBA, continuó haciendo clases en universidades, pero como sus apuntes estaban gratis en internet mucha gente fuera de las universidades preguntaba por sus servicios. “Empezaron a aparecer estos preuniversitarios estilo Eunamed, y hartos extranjeros que habían estudiado de mis apuntes me preguntaban si yo hacia clases particulares. La verdad ni se me había ocurrido hacerlo más allá de las universidades”. Pero esta idea germinó en la mente de Guillermo y terminó por transformarse en algo real. Trajo a su madre y su hermana abordo, quería armar una empresa administrada por su familia, que esto sirviera para todos, no solo para él. “Armamos una pagina web, inventamos una marca y desde ahí empezamos a ofrecer este curso, que es el mismo que yo hacia en las universidades”. Al convertir los cursos en una marca, pudo delegar la mayoría del trabajo que hacía antes, pero nuevas complicaciones aparecieron en el proceso. Debido a una vieja disputa familiar, Guillermo había desarrollado una fuerte desconfianza en los abogados, temía siempre ser estafado, pero la formación de la empresa probó ser un desafío del cual no podía evadir las consultas legales, “Así que hice algo muy simple y que probaría ser muy útil. Entré a estudiar Derecho”. Con 31 años, Guevara rindió la PSU y entró en primer lugar a la carrera en 2014. Su plan era terminar estos estudios lo más rápido posible, así que le planteó a la universidad que pudiera tomar mas ramos de lo normal. La Dirección de Asuntos y Registros Académicos de la UC, entendiendo la situación excepcional, le permitió tomar ocho cursos el primer semestre, tres mas de los que inscribe un alumno normal. Ese semestre Guillermo finalizó como n°1 en el ranking de su generación. De ahí en adelante, le fue permitido tomar 10 ramos por semestre. “Era una carrera que no me iba a exigir nada mas que aprender, era todo teórico, y como mi superpoder es la memoria, me esforcé para lograrlo en 3 años”. El 15 de marzo de 2017, Guillermo Guevara aprobó su examen de grado, con nota 7 y su recién nacido hijo en sus brazos.
“Doc”, el profesor
“Bien, revisemos la pregunta número 46, tienen 5 minutos para resolverla y después les mostrare la solución para que la discutamos”. Silencio absoluto en la sala, solo el ruido de los lápices rozando el papel. Una mitad de los estudiantes calmadamente ya marcó su respuesta, la otra mitad aún sigue con las manos sobre su cabeza. Guillermo espera pacientemente desde su escritorio, mirando a sus pupilos. “¡Tiempo! Revisemos juntos” anuncia el profesor con su micrófono, mientras proyecta en la pizarra la pregunta que todos estaban resolviendo, luego comienza a narrar:
-Una mujer de 20 años presenta “pánico” a hablar en público, al punto que no es capaz de hacer discursos ni exposiciones ante sus compañeros de universidad. Al preguntarle, refiere que no tiene problemas de hacerlo frente a sus familiares y amigos más cercanos. El diagnóstico más probable es:
a) Fobia específica situacional
b) Agorafobia
c) Fobia social
d) Trastorno de angustia
e) Trastorno obsesivo compulsivo
“Bien, veamos porqué no puede ser la c)”. Apenas dice esto, varios bajan la cabeza y hacen muecas de frustración desde sus escritorios. Otros sueltan un aire contenido de suspenso.
Tras un par de revisiones más, Guillermo mira a sus estudiantes un segundo y les dice “Creo que varios de ustedes empatizan con nuestra paciente en esta pregunta, así que esta vez no voy a preguntarles personalmente que respondieron. Démonos un break, los veo en 15 minutos más aquí de vuelta”. Varios alumnos se paran inmediatamente y se dirigen al hall de entrada de la oficina, a disfrutar del café y panecillos que el curso les proporciona. Otros se dirigen al patio a fumar, es un trecho engorroso ya que la sala es subterránea, pero el vicio los impulsa a subir hasta la superficie, a encontrarse con el ruidoso tráfico de Alonso de Córdoba. Otros aprovechan el momento para correr al Líder Express de enfrente y comprar chocolate. En cambio, Ana, Manuel e Isabel se quedan en sus asientos contiguos y conversan de la clase.
Ana e Isabel se conocieron en el proceso de inmigración, llegando de Caracas. Manuel las conoció aquí. Todos son venezolanos. “Mira de las 60 personas que hay acá, 59 deben ser de Venezuela” aclara Ana. Los médicos venezolanos conforman el 90% de los estudiantes que inscriben el curso de Guevara, el resto se reparten entre bolivianos, cubanos y algunos haitianos. “Yo hasta me volví a encontrar con gente de mi ciudad aquí”, dice Manuel, “tenía un par de amigos antes y todo, pero una vez en el curso conocí un montón más de venezolanos”. Isabel agrega que “en esta sala de clases se forma una red de médicos venezolanos, es muy útil para alguien que viene llegando al país. Es bonito volver a encontrar la patria, pero pucha que costó caro”. Isabel hace alusión al fuerte precio que hay que pagar. Ella esta costeando el curso gracias al sueldo de su marido y unos pocos ahorros que aún le quedan de Venezuela, “pero hemos tenido que apretarnos el cinturón. Esto requiere de esfuerzo, sacrificios de plata y de tiempo”. Manuel hace la misma reflexión, el trabaja medio día como barista, y ahorró durante un año para poder pagar este curso, aún no lo cubre por completo. Ana, por su parte, ahorró mucho en Venezuela y recibe ayuda de sus padres, quienes aún no salen del país.
Afuera de la sala, disfrutando de un café, hay otro grupo de amigos venezolanos discutiendo respecto a las clases. Uno de ellos, William Arocha, hace énfasis en lo distinto que es a su experiencia en Venezuela: “Lo bueno de las clases del doctor es que te enseña mucho sobre la medicina chilena. Uno pensaría que es una disciplina un tanto universal, pero la medicina es muy distinta entre Chile y Venezuela, y el “Doc” nos da tips no solo para rendir el examen sino también sobre cómo se ejerce la medicina aquí. Las prácticas son muy distintas, ustedes pareciera que hacen radiografías para todo”. La frase final saca risas en el grupo, parece que todos concuerdan, entre ellos Catalina Cornejo, la colega apoyada en la pared junto a William: “En Venezuela estamos muy acostumbrados a estudiar con cuerpos y con pacientes, aquí tengo entendido que los estudiantes de medicina no tocan un cuerpo hasta bien entrados en la carrera”. Cuando lo cuestionan por esto, Guillermo explica: “De hecho, la medicina en Chile se basa en estándares internacionales, es una medicina muy basada en la evidencia de estudios científicos extranjeros. En el Eunacom, me atrevería a decir que solo 5 preguntas dependen del sistema de salud chileno, las otras 175 son más universales. Lo que pasa es que, por el contrario, es en Venezuela y también en Cuba donde se hacen cosas bastante particulares en medicina ya que están basados en un modelo de salud pública distinto”. El tercer miembro del grupo, Alejandro Bastardo, menciona que las diferencias no le complican demasiado, porque entiende que el “Doc” le esta enseñado a responder una prueba estandarizada “El tiene el método, ha dado el examen miles de veces, sabe perfectamente que está haciendo, quizás en la parte practica yo ya empiece a complicarme, pero por ahora confío en el Doc”.
“Bien, vamos de vuelta” anuncia Guillermo por su micrófono. Los estudiantes terminan su café de un solo sorbo y vuelven a sus escritorios. “Espero que ahora se les haya pasado la fobia situacional, porque esta vez sí voy a preguntarles”.